EL POTRO Y SUS
CUIDADOS
Manejo y Mantenimiento
Mostraré algunas de las formas
más comunes y efectivas en el trato y manejo del potrillo en su primera edad,es decir,
desde su nacimiento hasta los 24 meses, tiempo pertinente en el que debe prepararse el
animal para iniciar su adiestramiento.
El Potro Lactante.
La edad mas aconsejable para el destete del potro está
ubicada en el período que va entre los seis y siete meses. Si al igual que la madre, ha
sido atendido en el campo alimenticio con un buen régimen, consistente en vitaminas y
minerales suministrados en forma balanceada, esta edad es la más adecuada para el corte
con la etapa inmediata, que podemos definir como de levante. La construcción, dentro de
la jaula, de un marco de madera que le permita al potrillo pasar por debajo de él a
buscar la alimentación y el agua, y que simultanea- mente se lo impida a la yegua,
garantiza aquella posibilidad, sin que el potro sea despojado por ella de su ración, con
desconocimiento de su cuidador. (ver recuadro)
A los cuarenta días después de la primera
etapa de alimentación exclusiva de leche materna, el potro debe empezar a ingerir por su
cuenta alimentos sólidos, adicionales a la leche. A esta edad la dentadura incisiva debe
comprender ocho piezas. El potrillo aprende a masticar y acortar el pasto. Es el primer
cambio que él manifiesta en la búsqueda de vida independiente. El ejemplo de la madre
juega aquí un papel definitivo. Es importante verificar en la yegua su buena capacidad
lechera, y en caso de ser baja, consultar al veterinario para corregir en lo posible tal
deficiencia.
Después de las dos primeras semanas de vida
y para procurar el endurecimiento de las articulaciones y el inicio de la preparación
muscular del potro, es fundamental destinar por lo menos un 60% del tiempo, para que él
salga con su madre a un corral o potrero de buena topografía, donde pueda correr
libremente y recibir abundante sol y aire fresco. El régimen alimenticio de ambos, debe
estar conformado por una comida que se les suministra en la mañana temprano, y otra para
las últimas horas de la tarde. Deben dormir en su jaula, con buena comodidad.
Las cercas del sitio de recreo o el pastizal
deben ser de vareta, madera redonda o alambre sin púas, para evitar las lesiones obvias
que pueden producirse como consecuencia de sus carreras y curiosidades. Las parejas de
yegua y potro, pueden salir juntas sin riesgo. Cada yegua protege su cría. En cambio no
es aconsejable la presencia de caballos castrados y mucho menos mulares, con los potros
pequeños; para estos animales, el potro es un extraño, y la curiosidad de éste puede
llevarlo a hacerse golpear de ellos.
Primeras cogidas
Las primeras cogidas, para enseñarlo a estar
sujeto, deben hacerse hacia los cuatro meses, tiempo en que el potrillo va acercándose al
destete. Se utiliza el reducido espacio de la jaula y debe aprovecharse el menor poder del
potro, a esta edad, para ponerle el jaquimón. Este acto también puede dejarse para el
destete, pero es menos indicado. Inclusive, si los espacios para correr están libres de
árboles, matorrales o de obstáculos donde el potro pueda enredarse, no es mala costumbre
la del dejarle permanentemente la jáquima pequeña, graduable con su crecimiento, que
pueda sujetarse de la barbada con un "pisador" de mosquetón en el extremo. La
mansedumbre que muestre el animal para cogerlo es muy importante, pero no es aconsejable
manosearlo o acariciarlo fuera de su comportamiento natural.
Al iniciar al potro en la enseñanza a
cabrestear, hay que tener en cuenta que esta etapa debe llevarse a cabo con la suficiente
disciplina y conocimiento. Si la persona no sabe hacerlo en forma correcta, el animal
puede aprender a jalar para atrás y desnucarse.
Esto ocurre con frecuencia. Nunca debe
dejarse al potro amarrado si no hay alguien vigilando; su inquietud genera peligro a cada
momento. Para que aprenda a cabrestear una buena técnica es amarrarlo, vigilándolo por
un tiempo no menor de 15 minutos. Al tomarlo nuevamente del cabresto instintivamente él
va fácil a la conducción. Este acto debe hacerse con la fuerza suficiente, para evitar
que el potro aprenda a ir hacia atrás a su gusto. Estas lecciones deben graduarse de
menor a mayor tiempo, para no fatigarlo y hacerle buscar defensas.
Enseñar a cabrestear
Cuando se ha desarrollado mucha energía y el
animal se levanta hacia atrás en forma inevitable, hay un recurso excelente que puede
verse en la figura, y que puede explicarse así: se coge el potro con una jáquima
fabricada en riata o cinta de nylon, sin pisador o soga. Se toma ésta y se introduce su
punta por debajo de la barbada, de abajo hacia arriba, en la dirección de la garganta.
Pasada la punta, se jala y se lleva por entre los brazos, dándose la vuelta al tórax y
la espalda, y volviendo a salir nuevamente con el extremo por entre ellos, haciendo un
poco más adelante un nudo no corredizo y fácil de soltar, de tal manera que el pequeño
quede sujeto holgadamente de su cuerpo, y la soga o pisador corra libremente por entre la
barbada de la jáquima. Así se conseguirá., al cabrestearlo, que el potro se vea
obligado a desplazarse, e impedido al mismo tiempo para levantar la cabeza y elevar las
manos.
Si esta práctica se realiza unas 8 a 10 veces, sin dejarse dominar, el animalito
comprenderá la manera correcta de hacerlo. Todo depende, desde luego, del talento de
quien enseña, para hacerlo corto, graduado y terminante. Y sin concederle ventajas. Todo
ello sin recurrir a la violencia y acompañado de ejemplos y facilitaciones amistosas.
Pasadas 2 o 3 lecciones, es también útil sujetar el otro extremo del pisador de la
jáquima, y manejar al potro con las dos cuerdas, pero paralelas y cogidas al tiempo.
Es también muy importante no amarrarlo al
poste en forma prematura antes de iniciarlo a cabrestear, para evitar que intente jalar en
él. Si se le practican previamente varios ejercicios de cogerlo, para luego amarrarlo, lo
acepta de mejor manera.
Es muy aconsejable dejar correr un tiempo
considerable entre la enseñanza a cabrestear y la práctica de girar al torno, para
mostrar la calidad de los movimientos del potro. Es muy negativo en el proceso, confundir
al animal con varias prácticas a la vez.
Estas confusiones van a incidir a todo lo
largo de su adiestramiento. Allí radican muchos de los fracasos de quienes pretenden
adiestrar potros pequeños. Diríamos que se debe enseñar a coger a los cuatro meses, a
cabrestear a los cinco y a tornear a los nueve (9), todo acompañado de prácticas diarias
para cada lección o aprendizaje específico Si se observan estos distanciamientos, habrá
mucho éxito. El animal diferenciará claramente unas enseñanzas de otras.
Nunca pretenda al tiempo que el potro aprenda
a coger, a amarrarlo al poste, a cabrestear y a tornear. Tenga paciencia, y obtendrá
mejores resultados. Dosifique el espaciamiento usted mismo, que es quien va midiendo la
capacidad de respuesta del potrico al que se le enseña. Nadie podrá, teóricamente,
hacer nada distinto de plantear el proceso. La efectividad en la fijación del hábito
correspondiente, es labor paciente y regulada por su manejador.
Arreglo de los cascos y
revisión de aplomos
Antes de hablar de la enseñanza al torno,
debemos tocar el tema del arreglo frecuente de los cascos. Es importante, desde los días
del aprendizaje a amarrar y cabrestear, observar el crecimiento de ellos, que ya deben
haber sido aceptados como normales por el experto o el veterinario, si está a la mano.
Pero el problema de su crecimiento y desgaste y la posible incidencia en los músculos y
los tendones, afectando aplomos y movimientos, es el primer cuidado que debe tenerse en la
etapa del levante, especialmente porque el desarrollo obtenido por el potro es mejor en
campo abierto, que en cautiverio. Por esta razón, deben examinarse cuidadosamente,
después de los seis meses, los cascos y su estado de crecimiento. Es conveniente utilizar
la tenaza cortadora y la lima escofina, para equilibrarlos con el criterio de que vayan
acordes con el estado de los aplomos, y con la longitud más recomendable de acuerdo con
el tipo de terreno en el cual el animal hace sus ejercicios.
Esta revisión debe hacerse cada dos meses
como mínimo, hasta cuando se lleve a cabo la primera herrada del potro. Muchos de los
defectos de aplomo, por no decir la totalidad, pueden mejorarse y hasta desaparecer, si se
detectan a tiempo. No hay que olvidar que los medios de locomoción del animal equivalen a
las llantas del carro, y que lamentablemente no es muy vigilado su buen estado, ni
cuidadoso su mantenimiento. Es algo positivo que debemos aprender para el futuro, si
queremos ser buenos criadores.
Aprender a conocer los defectos más
protuberantes del potro, y si ellos son o no corregibles, es muy valioso para el futuro
económico del propietario. Este debe resignarse a la evidencia de desechar un animal
incorregible, para no alimentar falsas expectativas que le van a mortificar después, y a
complicar sus relaciones con la actividad, al exponerlo y someterlo a calificación en las
pistas. Es entonces fundamental diferenciar el problema en su origen. Este puede ser de
conformación o de aplomo, o de crecimiento excesivo, o desgaste desigual de los cascos.
Una vez determinado esto, debe procederse a darle el tratamiento adecuado.
En el arreglo de los cascos es fundamental
recortar el exceso de tamaño para evitar que se fracture la muralla; también debe
nivelarse el desgaste desigual, o abrir la brecha que debe existir entre la parte
posterior de la muralla o talones y la llave o ranilla, para que la presión de la primera
por su crecimiento, no limite la expansión de la segunda como amortiguador. Esto llega a
producir cojeras a las cuales es difícil identificarles claramente su origen. También
puede ser necesario herrar de manera prematura animales de corta edad, para estimular la
ampliación de la base del casco, paralela con su crecimiento, cuando el potro es
demasiado "casco de mula", es decir, cerrado de base con respecto al grueso del
aplomo. Todos estos son defectos corregibles por el herrero experto.
De la misma manera, en el ejemplar joven
pueden corregirse debilidades de corvejones que se abren notoriamente al andar, con el uso
de herraduras ligeramente curvadas en la zona del tacón; y el cruzamiento de los cascos
posteriores, cuando los defectos no son óseos, especialmente en las cuartillas, haciendo
las nivelaciones convenientes y colocando herrajes correctivos a tiempo. Para esto venden
clavos pequeños para herrar potros, y se fabrican toda clase de correctivos adicionales.
Finalmente, es al propietario o al cuidador,
a quien compete descubrir estos casos de anormalidad, por reiterada observación, y al
herrero o al veterinario, determinar si el problema es sólo de herrajes y mantenimiento,
o si, además, hay deficiencias de calcio y minerales, que puedan con un adecuado
tratamiento médico, facilitar su corrección por medio del herraje.
Como se puede apreciar, los ejes verticales
teóricos de los aplomos, vistos de frente, permiten detectar los cascos zurdos o girados;
y las líneas fundamentales del esquema transversal de los mismos, delanteros y traseros,
permiten vigilar que los ejes de las cuartillas no hagan quiebres en la corona del casco,
al no existir un adecuado equilibrio entre el crecimiento de los talones y las lumbres o
parte delantera, para, con una buena relación entre ellos, evitar el topino o el pando.
Como efecto adicional a estos chequeos, debe
agregarse la mansedumbre que el potro alcanza como resultado de la permanente revisión,
que será de gran utilidad cuando el animal llegue a la edad en la cual debe de verdad
herrarse.
El potro desteto y en
crecimiento
Transcurrido el delicado periodo entre el
destete y los 18 meses, tiempo durante el cual sólo debiera procurarse al animal una
alimentación bien balanceada y suministrada con el cuidado que indica el haber dejado
atrás a su madre y el enfrentar el más crítico período de su crecimiento, es
importante tener presente que los ejercicios del potro no deben ser muy intensos ni ir
más allá de estar revisando la mansedumbre alcanzada por éste, con el objeto de no
gastar la energía proporcionada por los alimentos y nutrientes suministrados, más que en
tan valioso objetivo. Para ello es entonces aconsejable atender los siguientes cuidados en
forma preferencial:
Procurarle una permanencia de por lo menos el
60% del tiempo a campo abierto para que haga ejercicios en la medida que su desarrollo se
lo exija. Se proveerán comederos, individuales o colectivos, para entregarle una ración
suplementaria dos veces al día. Debe acostumbrarse entrarlo para revisión y repaso de
alguna de las condiciones de mansedumbre y estado de cascos, una vez por semana.
Simultáneamente debe proporcionársele- un baño, como parte de aseo y
amansamiento.
Cumplidos los quince meses, puede comenzar a
ejercitarse al potro en redondo, y a devolverlo sorpresivamente pero sin violencia, para
volver más dócil su cuello, y probarle con prudencia la calidad de sus movimientos, como
parte de un entrenamiento ordenado y un poco más intenso, que en ningún caso es
recomendable con fines espectaculares, sino, más bien, con objetivos gimnásticos y de
preparación atlética.
Entrenamiento a la cuerda
En este punto es importante consignar nuestro
pensamiento sobre la preparación de ejemplares a la cuerda y su calificación, como parte
del objetivo enumerado al principio del capítulo. El manejo a la cuerda es, lógicamente,
una etapa preliminar y de preparación previa al aprendizaje o adiestramiento, para el
servicio de la silla. No puede pues, sin riesgos, convertirse en una meta específica para
hacer ver al potro como sobresaliente y en capacidad de competir, cuando por la edad, por
la no muy profunda capacidad de sus manejadores, por las distintas respuestas de él
mismo, o porque no existe todavía una madurez confiable, queremos exigirle un
espectáculo que no a todos los potros, ni en todas las edades, gusta en igual forma. A lo
anterior hay que agregar el riesgo que se corre con la fijación prematura de la medida de
ritmo, sin haber primero adiestrado su boca y alcanzado una más avanzada edad, para que
aquella medida sea voluntaria y no establecida por el manejo y la conducción,
confabulados contra su natural y voluntaria decisión. Se suman entonces tres estados
igualmente inseguros e inciertos alrededor de aquellas exigencias que son: su corta edad,
su inexperiencia y la inmadurez sicológica y de discernimiento. Esto nos lleva a plantear
la inconveniencia de tomar los comportamientos del potro como enfoques confiables de su
futuro, y de entusiasmar, sin mucha seguridad, a las gentes, propietarias o solidarias con
el animal, calificando espectáculos que no responden a una regularidad lógica y por
consiguiente, no representan una realidad confiable.
Resulta pues a todas luces innegable y
comprobable, que la calificación de lo que hacen los potros a la cuerda no es confiable
ni justa. Sólo se consigue con ella crear falsas expectativas que están muy lejos de
asegurar comportamientos correspondientes en la vida del ejemplar ya adiestrado, que lo
único que hacen, en más de una oportunidad, es desconcertar a los inexpertos sobre el
futuro de buenos caballos que no lo hacen bien a la cuerda, o engañar a los incautos que
creen que este truco, que así debiéramos llamarlo, les está mostrando la calidad real y
la proyección futura de un ejemplar manejado habilidosamente. Basados en las realidades
anteriores, es recomendable suspender definitivamente la calificación de competencias a
la cuerda y reemplazarla por exhibiciones no calificadas, para que las autoridades equinas
no asuman tan delicada responsabilidad y dejen a la voluntad de los criadores y
propietarios enfrentar ese riesgo.
(Del Libro "Chalanería Colombiana" Autor:Raúl Estrada Londoño -
Juez Nacional e Internacional de equinos y uno de los hombres más estudiosos del caballo
en Colombia.-Aprovecho esta página para rendirle un homenaje a su distinguida
figura dentro de la caballada Nacional y agradecerle su inconmensurable aporte a la
difusión y conocimiento de este noble bruto.) |