EL ADIESTRAMIENTO
El proceso
Si hacemos un fraccionamiento para evaluar en
forma progresiva y ordenada el período de aprendizaje, y los resultados proyectados a su
comportamiento final terminado el adiestramiento, llegaremos fácilmente a una división
del proceso en dos períodos que nos permiten observar la evolución del conjunto general.
Y si además, subdividimos de nuevo aquellas etapas parciales, vamos a encontrar con
precisión el valor específico y la influencia hacia el futuro de ciertos pasos
trascendentales. Así las cosas, podemos sintetizarlo en el siguiente cuadro:
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Tiempo en semanas |
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A.Arrendar |
1.Quebrar |
2 |
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2.Enseñar al bozal |
12 |
ADIESTRAMIENTO |
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3.Enfrenar |
12 |
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B.Pulir y Despertar |
1.Estabilizar y Pulir |
8 |
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2.Despertar |
4 |
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Dos objetivos diferentes
Si observamos el cuadro vemos que las dos
áreas en las cuales se divide el proceso son: "Arrendar" y "Pulir y
Despertar". Son dos etapas caracterizadas por comportamientos diferentes de la
persona que las realiza, y por respuestas también diferentes, del caballo que las recibe.
La primera, es decir, la arrendada, es un
período de aprendizaje para el potro, y la segunda, vale decir, la "pulida y
despertada", es de estabilización y afirmación de lo aprendido en la primera. Por
lo tanto, es claro que lo deseable es que sean proporcionadas por dos personas expertas,
mental y emocionalmente, en forma diferente. La primera persona ha de ser fría,
tranquila, pensadora y analista permanente, que no tenga prisas y no sienta impaciencia
para revisar y repetir como corresponde a la enseñanza de un elemento joven, con
diferentes manifestaciones en su capacidad de asimilación y en sus comportamientos.
La segunda persona en cambio, apoyada en una
inteligente captación del progreso, sin rebasar lo que corresponde aportar exclusiva y
voluntariamente al caballo, debe mantener un prudente avance en el ritmo y el pulimento.
Además, vigilar con claridad y conocimiento, cuando el potro ha llegado al máximo
rendimiento que puede dar, para suspender el ascenso y nivelar la enseñanza, sosteniendo
lo alcanzado, como prueba de que no se ha llegado a aquel punto como resultado de algo
artificioso, que en el lenguaje equino se denomina "habilitar".
Esta es la razón para que introduzcamos el
concepto de "preparación atlética gradual", que condiciona el progreso a una
decisión de superación permanente de quien la recibe, y no de quien la
dirige."Habilitar" un caballo es tan grave como "dopar" a un atleta:
en ambos casos se consiguen resultados artificiales que en cualquier momento desaparecen
como consecuencia de la habilidosa manera de lograrlo. En ambos casos quedan también
secuelas que no permiten, ni retornar al nivel de partida, ni repetir lo espectacular,
alcanzado en forma sorpresiva y sin un proceso previo consecuente.
A. ARRENDAR
1. Quebrar el cuello
El término es simplemente "quebrar" . En América, según el
diccionario, significa quebrantar, domar un potro.
Es el verdadero sentido y es sinónimo de
flexibilizar, suavizar, ceder, disminuir. Es eliminar la dureza que han alcanzado los
músculos laterales del cuello, como consecuencia del crecimiento y desarrollo del potro,
que le impide doblarlo a uno u otro lado para mirar a los costados. En tal caso, el potro
lo que hace, en forma natural, es girar su cuerpo, conservando en línea recta el cuello
con el dorso. Así lo hacen la mayoría, por no decir todos los cuadrúpedos: el toro, el
cerdo, el mular, la cabra, etc., debido a que no tienen ninguna flexibilidad en su cuello.
En el caballo de silla, en cambio, el jinete
necesita tener la posibilidad de pararlo, retrocederlo, voltearlo a uno cualquiera de los
lados, o producirle un giro calibrado por una determinada tensión en las riendas, con el
fin de conservar su ritmo en el andar propio, en las curvas o círculos. La única forma
de lograrlo con seguridad, con estética y con coordinación de mando, es produciendo un
adocilitamiento total de aquellos músculos, lo cual sólo se logra con un ejercicio
fuerte y continuado, en un número de sesiones determinadas exclusivamente por el potro. Y
dirigidas como toda actividad, por un experto. Es de tal importancia esta condición, que
la primera expresión de un montador experimentado cuando se sube a un caballo, es revisar
si está "mal quebrado", o "bien quebrado", para definir dos
posibilidades fundamentales: la primera, que por estar mal quebrado puede representar
riesgos para su seguridad personal, por la dificultad de dominarlo en el caso de una
alteración de su temperamento, y la segunda, que no puede controlar con toda facilidad la
medida o métrica del ritmo en el desplazamiento, por no disponer de una docilidad o
flexibilidad absoluta del sistema muscular de su cuello. Es decir, expresándolo en otros
términos, porque no tiene forma de armonizarlo a voluntad, para imprimir sobre él y su
andar las características que su experiencia le permiten, a efectos de mejorar en forma
progresiva su presentación.
Lo anterior, nos da la dimensión exacta de
la validéz de aquellas expresiones, y agregamos nosotros, convierte la
"quebrada" en el momento de mayor importancia dentro del proceso de
adiestramiento del caballo. Quebrarlo sin errores, darle elasticidad a su cuello en forma
compensada, a ambos lados, con una equilibrada docilidad a derecha e izquierda, se
constituye en el punto de partida para una efectiva asimilación de las demás enseñanzas
al futuro.
Sobre su justificación hemos tenido alguna
polémica con los aficionados a la alta escuela, porque no aceptan las técnicas de
nuestra chalanería criolla, que fundamentalmente parten de "quebrar" bien el
cuello del potro. Sostienen ellos, que una cuidadosa y paciente enseñanza al freno es
suficiente para alcanzar iguales resultados.
Nosotros creemos que esta apreciación no es
válida por dos razones:
a. Porque la enseñanza al freno no es tan perenne como conseguir en el potro una
total y permanente flexibilidad de los músculos de su cuello. Si viniera un período
largo de inactividad, es posible que el animal olvide los buenos comportamientos de su
boca, y en cambio es lógico que no pierda la elasticidad, que dentro del proceso que
hemos llamado de preparación atlética gradual, se logra cuando la "quebrada"
se ha hecho con toda propiedad, y, b. Porque para ejecutar los aires propios de su raza,
especialmente los de cuatro tiempos, es decir, el Paso Fino y la Trocha, la concurrencia
que requieren caballo y jinete, de sus habilidades reflejas y auditivas, libres de toda
interferencia para ejecutar el ritmo, se dificulta apreciablemente cuando no hay mutuo
entendimiento en las órdenes que con la rienda se imparten a la boca.
La primera razón es obvia. Es permanente el
adocilitar aquellos músculos para que nunca mas vuelvan a ser duros, y el resultado está
absolutamente probado; en cambio, no es tan permanente lo enseñado, en el sentido exacto
de la expresión, por cuanto después de un largo período de inactividad puede olvidarse,
y es fácil que en un reentrenamiento se adquieran malos hábitos, cuando ya no se dispone
de la presencia del experto arrendador.
La segunda apreciación es más técnica que
lógica, y mira al proceso de aprendizaje en su totalidad: la mejor terminación se
obtendrá si hay un mejor principio, y los óptimos resultados del conjunto, tendrán
necesariamente que estar condicionados a que cada etapa del proceso se lleve a cabo a
plenitud. Si hay buena "quebrada", habrá más fácil enseñanza al bozal, y si
hay buen sometimiento del caballo al bozal, podrán enseñársele mucho más fácil buenos
comportamientos con el freno. Adicionalmente, a mayor docilidad de los músculos
laterales, más suavidad para atender al freno y menores riesgos cuando se le provoque en
exceso.
Finalmente, hay algo universal en nuestra
chalanería y es que, caballo bien quebrado nunca pondrá en peligro a su jinete. En
cambio, caballo mal quebrado, lo pondrá siempre en apuros y riesgos graves, por experto
que sea éste en el arte de montar caballos, cuando se provoca en exceso o se asusta de
repente.
Las anteriores apreciaciones son lógicas y
se justifican más si se utiliza un freno mas suave, como el diseñado para nuestro
caballo de silla. La aplicación de él por unas manos delicadas, que consigan una total
entrega del caballo para asimilar y recibir las órdenes, se manifestará, además, por la
absoluta quietud de la cola, con la cual frecuentemente protestan aquellos ejemplares que
han quedado "mal quebrados", o que han sido golpeados o lesionados en la boca
con el freno. Esta última manifestación es bastante frecuentemente, y se corrige en
animales muy nuevos, volviendo a revisar el proceso, es decir, volviendo a
"quebrar" para quitarle la protesta al potro.
Queda claro pues, que en la quebrada del
caballo no puede haber deficiencias ni errores, porque todo lo demás seguirá cojeando
hacia el futuro. Ya dijimos, y lo volvemos a repetir, una mala quebrada, incompleta o
deficiente a uno de los lados, es en un futuro casi imposible de corregir si media un
período largo para revisarla, pues parece que el comportamiento de aquellos músculos,
frente a los duros ejercicios que técnica y oportunamente deben realizarse, fuera similar
al de los alimentos cuando se cocinan. Si el proceso no es bien conducido, se pierde la
única oportunidad, y para arreglarlo se requiere de nuevos elementos. Se puede requebrar,
pero de manera muy inmediata, cuando los músculos no hayan fijado en forma severa las
nuevas condiciones que les producen aquellos ejercicios, bien dosificados y oportunamente
repetidos. Conseguir una elasticidad previamente deseada, cuando hay
"remiendos", como lo expresan nuestros chalanes, es siempre incierto.
Cómo ejecutarla? Bajo
cuáles conocimientos básicos?
Es aquí donde nos enfrentamos con una grave
responsabilidad al atrevernos a transmitir el proceso. Sólo estamos indicando unas
directrices, pero volvemos a repetir, tienen que estar acompañadas de unas ayudas, de
unos fundamentos básicos, aplicables con conocimiento para cada ejemplar, y de una
experiencia mínima en cosas de caballos y su "arreglo".
Cuáles serían esas
ayudas?
Además de unos buenos aperos de ensillar y
de un buen auxiliar para el manejo del madrino, debería utilizarse un buen caballo
acompañante y un collar.
El madrino
Es un caballar o mular, generalmente de muy
buena alzada, que sepa realizar actividades de vaquería. No debe tener excesivo brío
para que en un momento dado su delicado temperamento no vaya a sumarse al del potro como
una dificultad adicional. Tampoco debe tener la pereza y falta de iniciativa de los
caballos que van a las plazas de toros a servir a los picadores.
Es el ejemplar desde el cual se van a
controlar, por medio del cabestro del potro, atado a la cabeza de la silla vaquera, las
primeras salidas de aquél con los aperos de ensillar, sin jinete encima. Posteriormente
servirá para la primera montada. Se coloca el alumno en ángulo recto con aquél,
haciendo una T y se le sujeta a la cabeza de la silla, para después, ir a un lado de él
por un tiempo prudencial, siempre atento a inmovilizarlo ante lo imprevisto.
Pasada esta etapa, el arrendador empezará a
dirigir o a ejecutar la quebrada, siempre con su auxilio y protección, y finalmente, con
él habrá de acompañar y dar ejemplo al potro, por un término más largo, hasta cuando
éste se sienta seguro de si mismo y no tenga preocupación por la ausencia del madrino,
ni temor en las situaciones que le son nuevas, sean ellas de manejo o del medio ambiente
bajo el cual se encuentre en un momento determinado. Allí habrá concluido su
justificación, pero se debe vigilar que no vaya a estar deficiente en el tiempo ya que su
acortamiento puede estimular resabios en el alumno, muy difíciles de corregir al futuro.
En esta última fase del acompañamiento
también pueden ser sustituidos los madrinos por otros potros ensillados y avanzados en su
proceso. La filosofía general del ejemplo, es la de tender a variar de acompañante
después de unas buenas lecciones en la enseñanza al bozal pero la seguridad que
transmite a potro y jinete el estar bajo él, es conveniente; siempre será apropiado
prolongarla con compañeros de trabajo. Además es de mucha tranquilidad para quien
"arregla" potros en caso de accidente, o de una de tantas situaciones
imprevisibles que a diario se presentan en este difícil arte. De su buena dosificación
dependerá, por ejemplo, que al futuro el ejemplar bajo "arreglo" no aprenda a
pegarse o a "retacarse".
El collar
Es otra de las ayudas importantes que se han
ideado para el manejo y la seguridad del arrendador en la primera etapa. Consiste en una
correa ancha que rodea el cuello, sujeta a la cincha por medio de una derivación
graduable, y provista de una hebilla para apertura y graduación a la altura de la cruz.
Tiene, a la altura de los hombros del caballo, dos argollas grandes integradas a las
correas, por entre las cuales pasan las riendas en las distintas formas de usarlo. Algunas
veces estas argollas son reemplazadas por pequeñas poleas que le dan mayor deslizamiento
a las riendas. Su justificación principal es la de enseñar, en la prime etapa de la
quebrada del cuello, a meter la cabeza y a plantar al mismo tiempo, con la consecuente
relajación del ángulo cabeza-cuello, como una conquista preliminar en el dominio y
adecuaci6n del caballo a los ordenamientos que enmarcan la seguridad del jinete. También
a la más efectiva preparación del cuello para lograr una posterior flexibilidad a los
lados y a retroceder con docilidad.
El uso del collar es muy delicado, porque de
la misma manera como puede ser útil si se emplea poco y en el momento preciso, puede
crear hábito y "entiezar" los ejemplares del cuello cuando un inexperto
prolonga su uso y limita con él, el quiebre a los lados. Repetimos, sólo debe usarse
para plantar, y en adelante, dejarlo como ayuda para la seguridad. De esta manera, se debe
quebrar a los lados sin su uso y más bien puede procederse a ponerle una rienda auxiliar
permanente que vaya sobre las piernas del jinete, detrás de la cabeza de la silla e
independiente de la rienda de trabajo, para inmovilizar al potro en caso de que intente
brincar, o también para recordarle, de vez en cuando, que debe plantar con decisión y
sumisión.
Si se quiere quebrar a los lados, cuando se
enseñen animales de difícil temperamento, hay que, de tiempo en tiempo, coger la rienda
adelante de la argolla del collar y quebrar por fuera de él, hasta cuando el animal se
muestre dominado. De todas maneras es importante recordar que si se va incrementando
paulatinamente la contundencia de la quebrada, sin alteraciones bruscas entre uno y otro
ejercicio, casi todos los animales van aumentando su disposición a entregar el cuello con
mansedumbre. Todo depende de la prudencia y el talento de quien está quebrando y de la
disciplina para hacer el trabajo del quiebre total en, por decir algo, dos semanas y no
dos clases.
Conocimientos básicos
para la quebrado del cuello
Cabrestear sin jinete.
Después de que el potro ha sido
descosquillado en el palo o bramadero durante algunas sesiones para que soporte elementos
encima, se procede a ensillarlo, cuidando que esté bien sujeto de su cabeza, y a pasearlo
sin jinete para que se acostumbre. Debe entonces apretarse normalmente la cincha de la
silla, para que de una vez la soporte como va a ser al futuro. Acto seguido se retira del
palo en una acción rápida que le impida brincar o tirarse de espaldas, todo lo cual
permite cabrestearlo a una longitud apropiada a la cabeza de la silla, que a la vez que le
aplique las limitaciones para actos desagradables, le permita caminar en forma normal Es
muy práctico, no sólo sin jinete, sino incluso con él, cabrestearlo en redondo, en
círculos amplios, pues le es más difícil brincar o intentar montar sus brazos sobre el
madrino, lo que su manejador debe evitar a toda hora, para lo cual se necesita muy buena
experiencia y buen poder y peso del madrino.
Primera montada
Después de varias salidas ensillado, cuando
se consiga la aceptación de la silla sin intentar brincar o rehusar el cabresteo, viene
la primera montada del jinete. Para ésta, se coloca el madrino en ángulo recto formando
una T con el potro. El jinete debe subirse a él después de varios amagos, siempre sujeto
a la cabeza de la silla del madrino. Y con corta longitud de rejo. Así, sometido al
madrino y al collar, el ejemplar debe salir de cabresto (metátesis idiomática de
cabestro), procurando no dejarlo brincar. En pocos metros, seguramente, el novel ejemplar
se habrá entregado a la realidad.
Es importante que las primeras salidas se
hagan en circulo como lo dijimos antes, para evitarle brincar, lo que él hace más fácil
si se le cabrestea en línea recta. En este punto el potro debe haber aprendido a
cabrestear correctamente y con docilidad en los ejercicios de madrino sin jinete.
Acostumbrarlo a seguir el
madrino
Así en prácticas de muy corta duración, el
jinete del madrino empieza a decirle al jinete del potro cuándo debe plantar, al tiempo
que con su brazo ayuda a la operación, siempre pendiente de amarrar a la cabeza de la
silla para ayudar en las primeras operaciones. De esta manera se producen algunas
lecciones antes de quebrar a fondo, para que el potro empiece a entender su papel en el
trabajo rutinario que le espera en el futuro. La orden de "parar" permite, por
el conocimiento que tiene quien maneja a el madrino, que el jinete del potro no lo fatigue
por exceso en las primeras montadas.
Quebrar a fondo
Viene luego la quebrada. Esta puede hacerse
por el propio arrendador, montado sobre el potro, o, de acuerdo con otras costumbres, por
especial rebeldía del animal, desde el suelo. La segunda manera de hacerlo es bien
conocida. Para llevarla a cabo se usa una silla vieja o "quebradora", especie de
silleta que está provista de argollas para flexionar y demorar los efectos; se utilizan
dos rejos, un ayudante auxiliar entendido y se hacen unas flexiones alternadas para cada
lado, en un procedimiento sensiblemente igual al que se hace quebrando montado. El primer
procedimiento es más universal cuando el potro ha tenido mucho manejo de cuerda, es
decir, cuando un trabajo moderado de torno le ha enseñado en labor previa, los giros a
uno y otro lado.
Empieza entonces desde arriba siempre ayudado
y protegido por el madrino, un llamado suave a cada lado, que se va balanceando según la
respuesta, con llamados alternados y sobre todo sin brusquedad. Las flexiones a medida que
pasan los días, se van alargando en duración, profundidad y extensión; cuando ya el
potro está en desventaja porque su iniciación es muy voluntaria. Entonces se produce
después de la cuarta o quinta lección, un incremento en la profundidad y duración de
los ejercicios.
La duración de la quebrada puede ser normalmente de unas dos
semanas, con ejercicios diarios que aunque en un principio son suaves deben irse alargando
en la medida de la tolerancia del potro y de la experiencia de quien los aplica.
Algunos se encuentran quebrados en menor tiempo, y otros tardan más. En general, la
duración depende de factores ligados a su temperamento, a su nobleza, a la estructura del
cuello, a la habilidad de quien lo quiebra y al grado de docilidad con que se satisfaga el
arrendador en relación con el tipo de rienda que quiera y acostumbre dar. Cuando el
trabajo como tal está terminado, al plantar balanceado de ambas riendas, el potro debe
haber aflojado el ángulo cabeza-cuello lo suficiente para ofrecer seguridad al plantar, y
garantizar que su arrendada va a ser un éxito. Si quebrado a los lados, el potro aún no
entrega la cabeza con flexión del ángulo de aquella con el cuello, es de preocuparse y
buscar la manera de lograrlo, porque de otra forma no se garantiza éxito en la enseñanza
siguiente, es decir, en la arrendada en el bozal, siendo frecuente tener que recurrir a la
"tascada" en el freno para mejorar aquella flexibilidad; de lo contrario el
caballo permanecerá destapado de cara, y no hay que olvidar que es mayor la flexión al
quebrar, que al arrendar en el bozal. Así pues, hay que tener muy bien diferenciados los
resultados y metas de la quebrada, como aptitudes previas a la enseñanza al bozal.
Nivelar la flexibilidad de ambos lados del
cuello
Todo caballo tiene un lado menos flexible y ágil que el
otro. Este es un fenómeno comprobado, que se manifiesta de igual manera en los humanos.
Es un comportamiento cerebral en ambos, y si observamos juiciosamente, confirmaremos que
volteamos o bailamos de manera mas frecuente y fácil para un lado que para el otro.
Entonces, como esto a veces ocurre igual en los caballos, el arrendador debe descubrirlo
en a quebrada y tenerlo presente también en la enseñanza al bozal, para nivelar los dos
lados, ejercitando más el lado duro y consiguiendo el balance entre ambos de la mejor
forma posible.
Este no es problema de poca monta. El nivelamiento de la capacidad de obedecer para
ambos lados, puede acreditar o desacreditar el trabajo de un arrendador.
Colocación de las riendas en el bozal
Las riendas deben sujetarse a las argollas laterales que
separan el bozal de la barbada de la jáquima. También son útiles bozales que tengan
argollas a un tercio de su longitud, es decir, adelante de cada argolla lateral, de manera
que permanezcan separadas por el tercio central. Esto permite mayor contundencia en las
flexiones por el mayor recorrido de la cabeza hacia los lados y mayor suavidad de esfuerzo
del brazo del jinete. No deben usarse serretas o cadenas dolorosas. Es recomendable usar
siempre bozales suaves.
Dosificación de los ejercicios
Cuando se quiebra a la derecha se está flexionando o
alargando los músculos de la izquierda y viceversa. Debe tenerse presente que lo que se
hace son flexiones musculares, es decir, ejercicios gimnásticos de adaptación y no
entrenamientos de ejercicios conocidos por el potro. Por tal razón hay que alargarlos en
forma paulatina para conseguir cada vez nuevas respuestas, hasta cuando el ejemplar
muestre que el tiempo de práctica le es incomodo. Entonces debe soltarse y flexionar al
lado contrario con igual criterio. Este es el secreto de alcanzar el acondicionamiento del
cuello, de que hemos hablado.
Para no desarrollar defensas en el potro el brazo del
quebrador debe ser firme, su comportamiento tranquilo y su actitud cautelosa y prudente en
todo momento. Las alteraciones de temperamento no permiten una justa aplicación del
talento del arrendador, con el consecuente cambio de la flexión bien dosificada, por el
maltrato injusto. El incremento gradual de las enseñanzas lo regula el comportamiento del
potro, quien va mostrando progreso en la flexibilidad, lo que debe ser bien comprendido y
aprovechado por el jinete.
Extensión del trabajo diario y tamaño
del campo de quebrar .
El trabajo debe iniciarse con lecciones de más o menos 15
minutos, y debe alargarse lenta y gradualmente, en la medida que el potro se muestre
voluntario para iniciar la entrega del cuello. Alargarlo en proporción al progreso
alcanzado el día anterior, está regulado por el talento y la experiencia de quien lo
aplica.
La distancia de trabajo en la quebrada, no debe ir más allá de una cuadra. Se
trata de hacer una gimnasia y no de realizar un entrenamiento. Por lo tanto no es trabajo
de recorrido, sino de ejercicio.
Para reafirmar la importancia de la quebrada, es conveniente
que para caballos de trabajo en la hacienda, ésta la realice un experto. El resto de las
enseñanzas puede, con buen juicio y paciencia, realizarlas el dueño, el mayordomo, uno
de los vaqueros, aficionados o buenos montadores con tal que acusen paciencia y talento.
Tal es la importancia de su buena ejecución, como base futura para el adiestramiento.
Nunca apretar piernas en ninguna de las
etapas
Es fundamental mantener las piernas sueltas para no excitar
al potro. Los arregladores que ajustan piernas impiden que el animal aprenda bajo su
normal temperamento. Por ejemplo, aprender a plantar le será difícil, si el montador al
momento de llamar de la rienda, aprieta. El potro estará bajo dos motivaciones
encontradas: excitarse por el apretón de piernas y plantar por la acción de las riendas.
En las etapas siguientes, será más grave, cuando se trabaja en la enseñanza del bozal y
el freno.
Enseñar al bozal
Concluida la etapa de la quebrada el potro se encuentra
preparado para la verdadera acción de enseñarlo al bozal. Es decir, a esta altura del
proceso, solo sabe parar con la ayuda del madrino y entregar la cabeza a los lados como
resultado del ablandamiento de su musculatura lateral. Pero aún no se le ha enseñado en
forma confiada y como un comportamiento natural, a plantar con tranquilidad, a retroceder
con voluntad y sin temores, y a girar a los lados, atendiendo la calibración especifica
que para una curvatura deseada le indique su maestro. Esta es en esencia la enseñanza al
bozal comprendida por la etapa que se inicia.
En consecuencia, toda la actividad estará dirigida por un manejo de rienda
aplicada al bozal en las argollas laterales que lo separan de la barbada de la jáquima
cuidando que el material del cual ella está fabricada sea absolutamente suave para
conseguir resultados por aprendizaje y no comportamientos aparentes por temor al dolor
ante una eventual rotura de la piel en la zona de la nariz. Por esta razón deben usarse
bozales de correa fuerte, pero flexible, o de elementos redondos y suaves, como el
rejo o el nylon.
Básicamente el proceso consiste en una ordenada aplicación
de enseñanzas que forman parte de un todo, pero necesarias de separar y repetir tantas
veces como sea necesario, hasta cuando el alumno asimile completamente cada una de ellas y
las diferencie en forma clara, sin confusiones ni ambigüedades. Por ello hay que
enseñar, repetir, chequear y adelantar con seguridad y sin errores del alumno, hasta
cerciorarse sin prisa que se ha alcanzado el objetivo, y como resultado, se pueda iniciar
una nueva práctica con propósitos deferentes; repasando siempre, pero con una
dosificación adecuada y sin fastidiar al alumno, las prácticas de elasticidad iniciadas
con la quebrada.
Es entonces recomendable el siguiente orden:
a. Ir hacia adelante hasta obtener la confianza de poder
dejar atrás al madrino y tomar la iniciativa.
b. Aprender a plantar o parar con calma metiendo las patas, y a reiniciar la
marcha con tranquilidad y confianza.
c. Aprender a retroceder con continuidad y en forma rápida.
d. Aprender a reiniciar la marcha con serenidad e iniciativa propia como respuesta
a una leve insinuación del maestro.
e. Aprender a girar a lado y lado, hasta lograr una respuesta uniforme en ambos,
con facilidad y prontitud.
f. Confirmar la fijación de las anteriores
enseñanzas sin confusión y sin defensas o protestas.
g. Iniciar la transición, cuando se haya comprobado que el
alumno está completamente adiestrado en el bozal. Para ello se debe empezar a ejercitar
el asiento o espacio de la mandíbula sin dentadura, con la ayuda de una falsarrrienda
aplicada a un trapo o un bocado de cabuya, para ejercicios preliminares que consisten en
el traslado de la capacidad de obedecer de la zona del bozal a la mandíbula. De esta
manera se abrirá el camino a la enseñanza al freno, corno meta final de la arrendada.
Como lo anotamos en el cuadro
preliminar, esta etapa debe tener una duración aproximada de unas doce semanas para un
ejemplar normal. Habrá disminución o alargamiento en el tiempo, en razón de especiales
características positivas o negativas del ejemplar, que corresponde evaluar
sólo al arrendador.
3. Enfrenar
Esta es la última etapa del área de arrendar el caballo.
Consiste, básicamente, en volver a enseñar al ejemplar las mismas actividades del
adiestramiento al bozal, pero ejecutadas en su totalidad sobre el asiento o parte de la
mandíbula sin dentadura, utilizando un freno como elemento de aplicación de las órdenes
impartidas por el chalán con las riendas. Por esta razón, como ya lo dijimos, algunos
denominan a esta etapa, la segunda arrendada.
El periodo de transición descrito en el ordinal -g- del numeral anterior debe continuarse por un tiempo más o menos
largo, iniciando la enseñanza del asiento con una rienda auxiliar o falsarrienda desde la
cual se opera un elemento suave que para el caso puede ser un trapo o un bocado de cabuya,
de manera que permanezcan las riendas del bozal como principales, hasta tanto el ejemplar
muy adelante, permite invertirlas, porque ha aprendido a trabajar muy seguro con el freno.
En este punto es importante comentar que la costumbre de poner al potro a cargar un freno,
suspendido de la cabezada, sin trabajarlo con unas riendas, es completamente inoperante.
Muchos arrendadores creen que esta costumbre es válida, y se convierte por el contrario
en un gran peligro, porque al cabo de un tiempo de cargarlo imaginan que el animal ha
aprendido algo de freno, lo que es totalmente negativo. Vienen entonces las protestas de
la boca y las roturas de asientos o la aparición de cabeceos, cuando de manera ingenua le
aplican una rienda y lo trabajan como si hubiera aprendido algo con aquel freno colgado.
Al potro hay que enseñarlo a trabajar muy lentamente desde
el asiento con la doble rienda, mermando la principal y delegando órdenes en la auxiliar.
Así irá muy despacio pasando del bocado a un freno flexible o a un codillo, que le van
enseñando a responder a las órdenes desde la falsarrienda. Algún tiempo después, nunca
muy corto, se pondrá en la boca del animal un freno corriente, lo más pequeño posible,
ojalá de barriles como elementos rodantes, y de patas muy cortas y poco peso.
(Del Libro "Chalanería Colombiana"
Autor:Raúl Estrada Londoño - Juez Nacional e Internacional de equinos y uno de
los hombres más estudiosos del caballo en Colombia.-Aprovecho esta página para rendirle
un homenaje a su distinguida figura dentro de la caballada Nacional y agradecerle su
inconmensurable aporte a la difusión y conocimiento de este noble bruto.) |